El Instituto Internacional de la Prensa (IPI, por sus siglas en inglés), condenó fuertemente el asesinato del periodista mexicano Marco Antonio Ávila García, cuyo cuerpo torturado fue encontrado el viernes por la tarde en una carretera del estado norteño de Sonora.
Reportes noticiosos indican que el cuerpo de Ávila fue encontrado envuelto en bolsas negras cerca de la ciudad portuaria Guaymas, a 100 kilómetros aproximadamente de Ciudad Obregón, donde el periodista había sido secuestrado por individuos armados el pasado jueves mientras esperaba en un autolavado.
José Larrinaga, vocero de la Fiscalía del estado de Sonora, confirmó que la policía encontró en el sitio una nota firmada por un cartel de drogas, pero se negó a revelar el contenido para no entorpecer las investigaciones, publicaron medios de comunicación locales, como Vanguardia.
Una visiblemente frustrada Alison Bethel McKenzie, Directora Ejecutiva del IPI, dijo: “Suficiente. Suficiente, suficiente, suficiente. ¿Cuándo se acabará esta masacre de periodistas en México? La muerte violenta de Ávila se suma a lo que ha sido un periodo extraordinariamente trágico para los medios mexicanos”.
Bethel McKenzie agregó: “No es un secreto que México está afrontando una grave crisis de seguridad pública, pero no debería ser menos obvio que los periodistas desempeñan un papel extremadamente importante en mitigar la crisis al llevar a la luz pública las actividades de los cárteles de la droga y los políticos corruptos que los apoyan. Este valioso trabajo es la razón por la que periodistas están siendo silenciados, y también es la razón por la que –a pesar de las dificultades- el gobierno federal debe asumir su responsabilidad de llevar a la justicia a todos aquellos responsables de crímenes contra los medios”.
Como reportó el IPI la semana pasada, Ávila escribía sobre crimen organizado y la fuente policial en El Regional de Sonora. El director del periódico, Eduardo Flores, dijo el viernes a la agencia AP que no creía que Ávila hubiera recibido ninguna amenaza y que los artículos del periodista no tenían carácter investigativo ni mencionaban por nombre a los cárteles.
Flores dijo a Vanguardia que los Periodistas requieren protección y seguridad por parte de las autoridades, en función de continuar haciendo su trabajo. “No sabemos en qué momento a nosotros nos van a levantar, y no sabemos ni por qué”, dijo, en referencia a aquellos que hacen de los periodistas su blanco.
Incluyendo a Ávila, cinco periodistas han sido asesinados en México en los últimos 25 días por causas presumiblemente relacionadas con su trabajo. El 29 de abril, Regina Martínez, periodista investigativa de Proceso, fue encontrada estrangulada y golpeada en su casa en Xalapa, la capital del estado de Veracruz. Seis días después, el Día Mundial de la Libertad de Prensa, se encontraron en un canal de aguas residuales en Boca del Río, estado de Veracruz, los cuerpos torturados y desmembrados de tres fotoperiodistas que cubrían la fuente policial.
IPI también condenó este mes los ataques armados contra las oficinas del periódico El Mañana y Hora Cero en el estado de Tamaulipas. En respuesta a los ataques, El Mañana anunció el domingo pasado que dejaría de cubrir el crimen organizado.
La creciente violencia contra los medios de comunicación se evidencia mientras los mexicanos se preparan para escoger un nuevo Presidente en las elecciones del próximo 1 de julio. El domingo pasado, René Orta Salgado, un periodista que no ejercía en el momento, pues trabajaba con un grupo vinculado a la campaña del candidato presidencial Enrique Peña Nieto (del Partido Revolucionario Institucional) fue encontrado torturado y estrangulado en la maleta de su carro, en Cuernavaca, estado de Morelos.
Con el asesinato de 12 periodistas, México fue en 2011 el país más mortal del mundo para los periodistas, de acuerdo al registro de muertes que lleva el IPI (Death Watch). Desde 2006, 53 periodistas han sido asesinados en ese país.